Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

El Sr. Ministro de ESTADO (Sagasta): Los señores Diputados habrán comprendido la razón que yo tenía cuando digo que la enmienda presentada por el Sr. Rebullida era ni más ni menos que la enmienda desechada esta tarde, que presentó el Sr. Encinas. Así es que cuando yo le dije al Sr. Rebullida que concretara la manera de rebajar esa cantidad cuya economía pide en el Ministerio de Estado, los Sres. Diputados han visto que la ha concretado diciendo ni más ni menos lo que decía el Sr. Silvela, y suprimiendo las legaciones que el Sr. Sílvela suprimía y rebajando las mismas categorías que el Sr. Silvela rebajaba. Así es que no había más diferencia sino la de que la enmienda del Sr. Encinas venía clasificada, puesto no hacía más que pedir el cambio de un presupuesto por otro; y la del Sr. Rebullida no concretaba nada, sino que bajaba una cantidad como economía igual a la diferencia entre uno y otro presupuesto, dejando al Gobierno la libertad de hacer lo que hacía el Sr. Silvela en otro caso distinto. ¿No es verdad, Sr. Rebullida, que eso es, ni más ni menos, la enmienda de S. S.? Pues si es eso, a qué venir a entretener a las Cortes con una cosa ya resuelta? Esto era lo que yo me proponía demostrar; y ya no que mis palabras no han sido bastantes al demostrarlo, el Sr. Rebullida se ha encargado de hacerlo: yo le doy por ello muchas gracias.

Por lo demás, yo voy a concluir diciendo que no me asusta que se vaya el Nuncio, ni lo que yo he dicho es que en ausencia podía producir una perturbación material en el país; yo no he dicho semejante cosa: lo que yo he dicho es que la cuestión del Nuncio y de la Rota es una cuestión beneficiosa para nuestro país.

Prescinda el Sr. Rebullida de sus opiniones, que no todos tienen las mismas: ¿no es verdad que muchos españoles, que la mayoría de los españoles, que la inmensa mayoría de los españoles son católicos? ¿No es verdad que como católicos tienen cuestiones que resolver ante el Sumo Pontífice, jefe supremo de la Iglesia? ¿No es verdad que esas cuestiones, si no se resuelven en la nunciatura tienen que resolverse en Roma? ¿No es verdad que todos los años se ventilan en el Tribunal de la Rota negocios por valor de 60 millones de reales, que circulan, que se consumen, que se mueven en España, y que si no existiera ese tribunal circularían, se consumirían, se moverían en Roma? ¿No es verdad que la curia española, que se dedica a los negocios de la Rota, vive con ese dinero, y que si no existiera la Rota ese dinero iría a aumentar los beneficios de la curia romana? Pues si todo eso es verdad, ¿no sería un Gobierno estúpido aquel que propusiese en el presupuesto la supresión de un gasto de 20.000 duros, que reportan un beneficio al país de 667 millones de reales? Se necesitaría para esto desconocer las cosas más triviales: si 20.000 duros en el presupuesto significan 667 millones que se consumen en España, y que de otra manera se consumirían en Roma, se necesita no ser español para pedir que se suprima esta partida del presupuesto.

En este concepto, decía yo que era un mal el quedarnos sin Nuncio, porque así se trasladaban todos los años a Roma 667 millones de reales, que estando el Nuncio aquí, se consumen en España: esto me parece tan claro y en evidente, que no merece ni los honores de la discusión. Por lo demás, que se vaya el Nuncio o que se quede, ya puede figurarse el Sr. Rebullida que particularmente a mí, me tiene sin cuidado; pero siento, como español, que el dinero que se había de consumir si España vaya a enriquecer a Roma: de manera, que en esa parte el Sr. Rebullida es menos español y más romano que yo, porque quiere que se vaya a Roma lo que yo quiero que se quede en España. Y no tengo más que decir.